martes, 7 de mayo de 2013

IMPORTANCIA DEL TEATRO RENACENTISTA

Antes del renacimiento el hombre era esclavo de los intereses de la iglesia. Toda su vida giraba en torno al Dios supremo, castigador y todopoderoso al cual le tenían miedo y debían “satisfacer” en lo que más pudieran, ya que de esta manera lograrían conseguir el cielo con farsas, engaños e intereses económicos disipados por la ideología.

El hombre no era más que pecado, todo lo que lo componía era maldad, lo que sentía o hacia eran solo necesidades carnales impuras que debían ser rechazadas, por lo que este se limitó a ser lo que le decían que fuera, que sintiera o pensara y de esta manera lograría tener el paraíso en sus manos, con esta excusa la iglesia logró su cometido de tener al pueblo en la palma de sus manos.

Sin embargo llega la Reforma, la iglesia está corriendo peligro, y el hombre entiende que no era malo lo que hacía y sentía, así  se comenzó a preguntar por quién era el y por los problemas que lo aquejaban. En ese momento las obras de teatro profanas hacían reír al hombre con sus conflictos, o reflexionar sobre sus acciones, de esta manera se pasó de una visión teocentrista a una antropocentrista, el hombre es el nuevo centro del mundo.

Pero ¿qué hubiese pasado si nunca hubiera ocurrido el renacimiento?

Que pregunta es esta, tan complejo. Pero podemos decir que el hombre, si es que lo podríamos llamar de esta forma, seguiría en ese trance, sumido en el temor y en la vergüenza, denigrado en todos los aspectos,  por los que llevan el nombre de Dios en sus labios,  debido a la sed de poder y capital, o tal vez de simple miedo de los que menos entendían a lo que podría venir si no era así, iban a ser castigado de las peores formas por su atrevimiento.

Así, si el teatro renacentista no hubiera surgido de las cenizas que quedaban del ser humano, la diversión, naturalidad y sencillez no habría tocado la vida de los hombres. Si nunca se hubieran puesto a pensar en que eran, que necesitaban y que sentían seguiríamos enajenados de nosotros mismos, el hombre se encontraría sumido en una tristeza profunda e interminable que probablemente acabaría con su vida, ya que eran contados los momentos en el que las personas se divertían, podían expresar sus sentimientos o su forma de ver el mundo, pero no de forma directa y clara sino como un breve susurro o como algo que alguien probablemente dijo pero no fue más que un disparate.

El teatro no era una opción de diversión, puesto que era religioso lo que solo intensificaba sus sentimientos, pensamientos estrictos y completamente cerrados sobre estos temas. Si nunca hubiera existido el teatro renacentista, no habría un lugar en el que el ser humano pensara y reflexionara, se riera de sí mismo o de la sociedad, plasmado en obras de crítica social con un toque de picardía. Esta nueva concepción de hombre, aprende a asumir sus experiencias o necesidades como totalmente naturales,   lejos de cualquier significado maligno, lo cual dejaría de preocuparle y se concentraría en diferentes campos que lo apasionen, lo cual explotaría los saberes del hombre, su capacidad de imaginar y de ir más allá de lo que puede ver, sentir u oír, le ayuda a lograr grandes descubrimientos que reflejan todas sus cualidades y  su potencial. Ya que al dejar de sentirse afligido por su condición, buscando la manera de tener un puesto “seguro” después de la muerte para entrar al cielo y evitar a toda costa el purgatorio y sus terribles castigos, pero se encaminó a superarse y ser mejor intentando dejar una huella en el mundo.

En cuanto a las obras ingeniosas como El Cid o Hamlet no se hubiesen escrito jamás. Primero porque hablaban sobre los conflictos humanos, los cuales nunca eran objeto de reflexiones  por lo que esta temática quedaría abolida. Y segundo, al estar tan reprimida la creatividad, en donde hasta la risa era sinónimo del demonio, los magníficos autores nunca hubieran concebido historias tan exquisitas, puesto que no habría sentido en escribir obras que hablaran sobre el hombre, cuando a todo el mundo le interesaba la pureza y el paraíso, además el miedo que ahondaba en cada persona por las restricciones absurdas de la iglesia y los castigos severos les impediría publicar estas obras por ese sentimiento.

Tampoco habría ningún avance científico (lo que retrasaría el desarrollo y evolución del mundo) por parte de mentes grandes, que incluso hasta nuestros días han tenido gran peso en las teorías actuales, de las cuales muchas de ellas salvan miles de vidas a diario, todo porque la iglesia había dejado muy en claro que eran lo peor que había sobre la faz de la tierra, que eran un error de Dios,  dejando la autoestima del ser humano por el suelo en donde éste no tiene autorrespeto, aceptación, reconocimiento, valoración ni superación,  y si estas mentes potencialmente grandes se sentían como se los recalcaban todo el tiempo, nunca se hubiesen preocupado por hacer algo importante por la humanidad puesto que sus fuerzas eran puestas en infructuosos intentos por comprar el cielo, y este debía ser el único objetivo del hombre de la época.

Por esto el renacimiento, y el teatro como forma de libre expresión para el público en su mayoría popular; durante dicho período de tiempo, se encierran todas las ideas de un nuevo hombre, un  hombre que comenzará a pensar en sí, en lo que ocurrió para que se diera paso a todos los avances científicos que dieron bases a otros y ayudaron en el desarrollo del hombre, también pensará en cómo el mundo podrá cambiar  gracias a nuevas formas de diversión que expresan ideales de lucha hacia lo que se consideraba adecuado, de  oposición a lo que imponían las élites de la época, y que finalmente se podía terminar riendo de sí mismo, y de los vicios tan particulares de la sociedad, pero también retomando lo clásico para llegar a  tocar temas controversiales que encerraban a los personajes de la vida cotidiana en dilemas internos y complejos.

Finalmente se puede decir que el teatro renacentista, tuvo un papel de gran relevancia en la cotidianidad del hombre de la época, pues mostró nuevas formas  de ver el mundo,  y así se dio la posibilidad de pensar, analizar y cuestionar lo establecido, un régimen del pánico, cerrado que no permitía que alguien fuese diferente. Dichas formas de expresión iniciaron  una nueva etapa con una nueva mentalidad en la que Dios pasa a un segundo plano, y prima el Antropocentrismo, como absoluta verdad.

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